Vamos a extrañar a Peña Nieto y sus metidas de pata
Vamos a extrañar a Enrique Peña Nieto. Vamos a extrañar su mala memoria y su habilidad para confundir nombres y números.
De seguro vamos a extrañar sus errores de geografía, como cuando dijo el Estado de León, el Estado de Lagos o el Estado de Tijuana. Sus fallas de matemáticas, como cuando dijo, “estamos a un minuto, no, menos, como a 5”. Sus errores de gramática, como cuando dijo que México había “suscribido” un acuerdo o se había “volvido” un referente.
Vamos a extrañar sus ‘memes’ y sus cartones políticos, su humor involuntario y sus discursos. Como cuando dijo “aquí en todo Oaxaca”, cuando estaba en Tuxtla Gutiérrez (Chiapas). O como cuando le dio la bienvenida al Presidente de Uruguay, confundiéndolo con el de Paraguay.
Vamos a extrañar sus ‘memes’ y sus cartones políticos, su humor involuntario y sus discursos. Como cuando le dio la bienvenida al presidente de Uruguay, confundiéndolo con el de Paraguay
Vamos a extrañar sus frases como aquella de “Qué hubieran hecho ustedes”, el día en que se aprobó el gasolinazo. O sus chistecitos como el de Peñafiel, el refresco favorito del Presidente. Sin Peña Nieto va a ser un país muy aburrido. Pero ojalá extrañemos solo esos errores involuntarios.
Ojalá que no extrañemos su determinación para hacer las reformas estructurales. Ojalá que no extrañemos su prudencia para tomar decisiones en el manejo de la economía. Su respeto a las instituciones. Su respeto a los poderes Judicial y Legislativo. Su respeto a las leyes y normas.
Ojalá que no extrañemos su seriedad para el manejo del peso. Su humildad para escuchar a los expertos. Su diplomacia con los líderes de otros países. Su corrección política con los opositores. Su responsabilidad en la toma de decisiones. Su apoyo a la iniciativa privada. Su caballerosidad en el debate. Su respeto a quienes piensan distinto. Su capacidad de diálogo con las fuerzas políticas. Su habilidad para hacer acuerdos. Su compromiso democrático que lo llevó a respetar siempre los resultados electorales. Su seriedad para afrontar los temas importantes de la nación.
Viéndolo a distancia, Peña Nieto no era tan malo. Era algo distraído y desmemoriado, pero era trabajador y responsable.
Andrés Manuel López Obrador tiene ahora la gran oportunidad de hacer un buen Gobierno en México que haga olvidar a Enrique Peña Nieto. Lamentablemente, Andrés Manuel también está en la posibilidad de no hacer un buen Gobierno y que nos haga extrañar, increíblemente, hasta a Enrique Peña Nieto.
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