Reverendo escándalo: el cura De Tavira besó a una dama en el escenario
El bastión del conservadurismo aplaude la obra La Fundamentalista
En el momento culminante de la obra, un sacerdote besó apasionadamente a una dama en el escenario. El maestro Luis de Tavira, actor y director, desafió a León, el bastión del conservadurismo.
La Biblia fue considera una tradición narrativa y no un documento histórico.
La religión es un instrumento de manipulación, se dijo.
La gente exclamó ahhhhhhhh, exagerado a propósito, casi como riéndose del momento apasionado. Pero nadie se movió de sus asientos
En pleno León, la cuna de los conservadores, Luis de Tavira presentó una obra extraordinaria sobre la religión católica y la enajenación del pueblo, con textos profundos sobre la religión y el fanatismo. La obra La Fundamentalista cerró el Festival Internacional de Arte Contemporáneo de León (FIAC), en el teatro María Grever.
El trabajo escénico fue destacado.
La escenografía, espléndida.
Pero la fuerza de la obra está en el contenido anti religioso.
La obra de Luis de Tavira, como actor, dejó varias frases fuertes para el catolicismo leonés como “Deberíamos quitarle el báculo al Obispo”, “La Biblia no es un documento histórico, sino una tradición narrativa. La Iglesia es una tradición de rituales que ha durado 2 mil años”. Una hora y 50 minutos de cuestionamientos sobre teología y filosofía por parte del Reverendo Escándalo, un sacerdote aburrido en su edad adulta.
Hay que recordar que el director de teatro, Luis de Tavira, fue religioso, antes de ser actor. Luis de Tavira hizo el papel del pastor Marcos, un hombre de la Iglesia que ya no cree en lo que predicó durante años y que decide escribir un libro con sus reflexiones.
Otra vez De Tavira desafía al conservadurismo. Hace 27 años, Luis de Tavira presentó en León La Malinche en donde la actriz Arcelia Ramírez hacía un desnudo y que provocó que el entonces Presidente Municipal abandonara el teatro. Hoy el momento importante de la obra el pastor se besa con una fiel, provocando un murmullo de los espectadores. Unos jóvenes se salieron justo en ese momento de la obra, aunque no parecían escandalizados.
El beso del sacerdote fue el clímax de la representación.
La gente exclamó ahhhhhhhh, exagerado a propósito, casi como riéndose del momento apasionado. Pero nadie se movió de sus asientos. No ha ocurrido lo que hace 27 años, cuando Luis de Tavira ordenó un desnudo en el Teatro Doblado.
La obra, fue extraordinaria. Luis de Tavira, provocador y magistral.
La ciudad de León está cambiando. Esta vez no apareció ningún fundamentalista que abandonara el recinto o que destruyera una obra, como ha ocurrido antes en el bastión del conservadurismo, como el mismo actor llamó a la ciudad.