El proceso electoral más sangriento de la historia reciente de México sigue su curso. Solo en en enero, primer mes del 2018, un total de siete políticos han sido ejecutados en diferentes estados de la República. Tres del PRI, dos del PRD, uno del PAN y uno del PES. Así de fríos son los números. Y tristes los dramas familiares que hay detrás de cada caso.
Una tragedia que nos tocó muy de cerca el pasado 24 de enero. El día que Jorge Montes González, regidor del ayuntamiento de Celaya (Guanajuato) y líder municipal del PRI, fue asesinado cuando circulaba a bordo de una camioneta en las calles de su ciudad. Ningún partido escapa de tener al menos un muerto en sus listas. Asesinados en la calle, sus vehículos, sus lugares de trabajo y en sus casas. Siempre a quemarropa. Y los crímenes casi siempre impunes.
México enfrentará este año unas elecciones muy tensas por la escalada de la violencia y la polarización del voto. Y es que a los siete ejecuciones políticas de este año hay que sumar los 19 ediles asesinados en 2017. Unas cifras escalofriantes para cualquier democracia pero que en México quedan opacadas por los números del año con más crímenes en la historia moderna del país.