Política perversa: que sufran para conseguir la vacuna
Un día lo escuché de un líder magisterial de izquierda en Oaxaca: “El pueblo tiene que sufrir para conseguir algo. Si no sufre, no valorará lo que consigue”.
Ese parece ser el principio rector del Gobierno de México: hacer sufrir a los mexicanos para que consigan las vacunas. Solo así valorarán que les dimos vacunas gratuitas.
Así piensan los líderes y gobernantes manipuladores.
Que sufran para vacunar a sus hijos. Solo así entenderán el esfuerzo que hace el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
La primera vez que escuché ese principio torcido fue con un profesor de izquierda que dirigía el movimiento magisterial de Oaxaca en el 2006 y que mantenía a los profesores en la calle. Los maestros pedían un aumento de sueldo y peleaban con los policías casi todos los días.
-¿Profesor, por qué no se sienta con el Secretario de Educación, consigue el aumento y se van todos a sus casas?, le pregunté, fuera de entrevista, ya en la convivencia.
-Estás loco. Si firmo el convenio y consigo el aumento sin pelear, los maestros no valoran lo que logramos. Tienen que sufrir para conseguir el aumento, tienen que dormir en la calle y recibir un palazo en la cabeza, para que valoren el aumento de sueldo -, me dijo el profesor ya entrado en tragos.
En resumen: Si los maestros no sufren, se acaba el movimiento, me explicó.
Es un principio muy perverso de manipulación, pero lo ulitizan los líderes perversos.
No es que sean funcionarios ineptos que organizan mal la vacunación. No. Es una estrategia.
La vacuna de los niños se podría aplicar sin hacer filas y con orden, como en Estados Unidos, donde hacían citas por teléfono y la aplicaban en 5 minutos.
Pero eso no rinde utilidad al Gobierno Mexicano. Aquí debemos sufrir, tal y como ocurrió cuando el Gobierno Federal nos quitó la gasolina en Guanajuato.
El sufrimiento causado intencionadamente, según ellos, funciona.
Al final nos vamos muy contentos porque conseguimos la vacuna, o la gasolina, después de sufrir 10 horas bajo el sol. ¡¡Lo logramos!!, decimos felices.
La perversidad andando.
