Es obvio. El ejercicio de La Mañanera ha provocado un tráfico oscuro de preguntas con intereses económicos y políticos para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Pagan hasta 30 mil pesos por hacerle preguntas que interesan a grupos de poder.
La posibilidad de obligar al Presidente de México a hablar sobre los temas que interesan a empresarios, políticos o hasta delincuentes, es muy atractiva. Un empresario tabacalero, por ejemplo, puede tener interés en mandar preguntar por la prohibición de los vapeadores. ¿Cuánto vale eso? Un empresario agrícola puede mandar preguntar por los apoyos para el campo o por los subsidios que fueron cancelados. Un constructor, por ejemplo, puede preguntar por un desarrollo inmobiliario o un conflicto en particular de permisos o conflictos legales.
Las posibilidades son infinitas.
Un narcotraficante del Cártel de Jalisco pueden mandar preguntar por qué no detienen a ninguno del Cártel de Sinaloa. Un abogado con un juicio en particular puede preguntarle al Presidente por qué no se ha resuelto el caso de fulano de tal. Un farmacéutico puede mandar preguntar por las licitaciones de las compras de medicamentos. Un precandidato de Oaxaca o Guanajuato puede mandar preguntar sobre los métodos de elección de los aspirantes a Gobernador o sobre la credibilidad de las encuestas. Un diputado puede mandar preguntar por si apoyarán tales reformas o sobre intereses particulares de sus amigos y socios.
Todos los intereses económicos y políticos pasan por ahí.
La posibilidad de preguntar en La Mañanera entonces se convierte en una moneda de cambio. Ya hay varios reporteros que han dicho que les ofrecen 30 mil pesos o más por preguntar determinadas cosas. Y hay muchas preguntas de reporteros que se aprecia que son encargos de empresarios o políticos. Además de todas las preguntas a modo de los falsos reporteros que asisten como actores de reparto para agredir a los adversarios o para ponerle pases de gol al Presidente de México.
La Mañanera cada vez está más ensayada y actuada con reporteros falsos y youtubers sin profesionalismo, y con pseudo periodistas pagados para agredir a los adversarios. Pero lo peor, según parece, todavía no lo vemos: ese ejercicio ficticio de preguntas y respuestas ensayadas terminará siendo disputado a billetazos por los grupos de poder político y económico de este país.
