Los niños no pueden dormir esa noche, por la ansiedad de ver qué les trajeron los Reyes Magos. Ellos realmente creen que tres hombres llegan de Oriente -por la noche- y regalan juguetes a todos los niños que se han portado bien.
Es una historia fantástica. Una historia maravillosa y falsa que en algún momento todos aceptamos como verdadera, digna de reyes, de magos o de diputados.
La tradición de los Reyes Magos es el ejemplo perfecto de un cuento que todos desean creer. Es un engaño. Un truco. Una mentira en la que todos estamos involucrados de manera cómplice para hacer creer a los niños que se han portado bien y que han sido premiados por tres hombres misteriosos que les trajeron los regalos más preciados y soñados.
Así lo hizo Vicente Fox con la idea del cambio en el año 2000. Así lo hizo Andrés Manuel López Obrador con la Cuarta Transformación. Así lo hacen los diputados cada tres años
Así, en la vida política hay varios cuentos de Oriente -o chinos, o gringos, o mexicanos- que nos hacen creer que algo muy bueno llegará para bien de todos.
Hay muchas historias falsas que nos venden como verdaderas y que las creemos con inocencia. Un México más justo. Un México realmente democrático. Un México honesto. Un México generoso y con oportunidades para todos.
Así lo hizo Vicente Fox con la idea del cambio en el año 2000. Así lo hizo Andrés Manuel López Obrador, con la Cuarta Transformación. Así lo hacen los diputados cada tres años.
Y les creemos. Confiamos en que un día llegarán los Reyes y los Magos para obsequiarnos los mejores regalos para los mexicanos: paz y crecimiento económico. Honestidad y justicia. Prosperidad y oportunidades.
Lo peor es que todavía creemos en los Reyes Magos, aún cuando no nos han traído nada. Todavía confiamos en que un día llegará nuestro 6 de enero y nos vamos a levantar muy temprano a contemplar las maravillas de México.
Esa es la magia de creer. Ojalá que nadie venga y nos quite la ilusión.
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