Las campañas, como las coberturas, no levantan
Antes, las campañas políticas se contaban con máquina de escribir. El periodista cargaba una máquina Olivetti y un ciento de hojas en blanco y recorría el estado, pueblo por pueblo, contando lo que ocurría. En el camino, el reportero sacaba su máquina –como alumno de mecanografía en secundaria federal-, y escribía entre un evento y otro. En cada pueblo, lo primero que hacía el reportero era buscar un fax y hablar con el dueño para que lo tuviera listo y así mandar la nota a la redacción en cuanto terminara el mitin del candidato.
Cubrir una campaña para la gubernatura era toda una odisea. El fotógrafo cargaba con sus botes de químicos para revelar y un cuarto de revelado portátil. Cuando por fin tenía una foto, usaba un aparato que tardaba media hora para mandar lentamente una sola fotografía. Al otro día, el resultado era sorprendente: una gran crónica y una gran fotografía.
Las campañas hoy se cuentan rápido. A lo mejor con menos estilo, pero con más velocidad. Se ganó en rapidez, pero se perdió en calidad
Hoy día, todo es más sencillo por la tecnología, aunque la cobertura de campañas siempre será una tarea difícil y laboriosa. Hay que contar un evento y otro, de un sitio a otro, de un foro a otro, de un centro de convenciones a una comunidad, sin perder la capacidad de asombro. Los candidatos se reúnen por igual con empresarios, con agricultores, con trabajadores, con militantes, con comerciantes, y siempre hay que encontrar en dónde está la nota.El gran problema es: ¿Cuál es la nota?
Los nuevos tiempos, obvio, obligan a replantear la forma de contar. Los reporteros ya no usan Olivetti, sino Iphone o Samsung. Ahora escriben la nota en el mismo teléfono o en la computadora, y la mandan por Internet, casi al instante. Antes, ya enviaron un par de tuits sobre el evento, tomaron fotografías y vídeos, subieron una foto a Instagram, y mandaron un texto breve para el Facebook.
Las campañas hoy se cuentan rápido. A lo mejor con menos estilo –casi no hay crónicas-, pero con más velocidad y oportunidad. Se ganó en rapidez, pero se perdió en calidad. Eso lo tienen que entender los candidatos.
Con frecuencia decimos que las campañas no emocionan a nadie. Y es cierto. Pero tampoco las coberturas periodísticas entusiasman a nadie
Los primeros que deben comprenderlo son los candidatos a la gubernatura y a las alcaldías. Mientras ellos hablan, ya hay tuits y fotos en la nube. Mientras ellos caminan por las colonias, hay muchos teléfonos y cámaras al pendiente. Mientras ocurren los hechos en el mundo real, ocurren también en el mundo virtual.
Entonces el gran reto es: ¿Cómo vamos a contar todo esto? Con frecuencia decimos que las campañas no emocionan a nadie. Y es cierto. Las campañas son lentas y aburridas.
Pero tampoco las coberturas periodísticas, entusiasman a nadie.
Estamos contando las campañas como en los tiempos de las máquinas Olivetti.
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