Ladrones de oro en minas de Guanajuato
Un hombre sin rostro viene bajando lentamente del cerro de Peregrina en Guanajuato. Usa una sudadera gruesa y polvorienta con capucha. Solo se le ven los ojos. Es como un hombre del desierto con trapos en la cabeza. Se cubre el rostro con una bufanda para no ser identificado.
“Es un ladrón de oro”, me explica uno de los pobladores. “Se está ganando el pan para su casa”.
El ladrón carga un pesado morral de yute en la espalda, amarrado con una reata. Usa unas botas de plástico y un pantalón de mezclilla. Adentro del morral lleva un casco de minero, una lámpara, mascarilla y utensilios de minería. Viene de una mina de oro y plata, donde ha robado piedras para venderlas en el mercado negro de Guanajuato.
Ladrones de oro en pleno 2019. Los llaman ‘lupios’. «Es un oficio peligroso, pero no hay de otra. Es lo único que hay aquí en Peregrina. Además, las minas son de los guanajuatenses, no de los canadienses”
“Esta vez conseguí varias piedras”, me dice el ladrón, cargando el morral como calculando su peso. “Estuve tres días en la mina, picando piedras y buscando minerales, y me fue bien. Hoy voy a ganar como tres o cuatro mil pesos”, me cuenta.
Son los ladrones de oro de Guanajuato en pleno 2019. Los mineros clandestinos se meten a las minas de oro y plata en condiciones de alto riesgo para robar los minerales a las empresas de Canadá que tienen los permisos del Gobierno Federal para explotar los yacimientos de oro.
A estos ladrones los llaman ‘lupios’. Son pobladores que heredaron el oficio de minero, pero que no quieren trabajar para las empresas canadienses en condiciones de explotación. Ellos prefieren meterse de manera clandestina, sin equipos apropiados, durante la madrugada, y quedarse adentro de la mina durante dos o tres días en busca de las piedras preciosas.
Ellos saben identificar los metales valiosos. Saben qué piedras son las que contienen el oro y la plata, y prefieren trabajar solos, con el riesgo de ser detectados por los guardias de la minera que suelen andar armados.
“Las piedras las vendo a unos acaparadores. Ellos me llaman por teléfono y yo voy a entregarles la mercancía y me pagan luego luego”, explica el ladrón, cuyo nombre no quiere revelar. “Es un oficio muy peligroso, pero no tenemos de otra. Es lo único que hay aquí en Peregrina. Además, estas minas son de los guanajuatenses, no son de los canadienses”, dice.
Peregrina es un pueblo casi fantasma. Está ubicado a unos 20 kilómetros de Guanajuato, a 2,450 metros sobre el nivel del mar. Para llegar hay que ir por un camino de tierra entre los cerros. Ahí hay 30 casas y viven 146 personas. El 8 por ciento de los adultos son analfabetos y el 83 por ciento no terminó la Primaria.
Las minas de Guanajuato no han dejado nada a los pobladores. Durante décadas las empresas canadienses las explotaron sin generar riqueza ni prosperidad en las comunidades
Varias casas del pueblo están solas. Los dueños se fueron a la ciudad y las dejaron abandonadas. Peregrina fue un pueblo minero importante, pero hoy está en decadencia. No hay mucho trabajo para los pobladores y no hay buena paga. Por eso, muchos prefieren irse de ‘lupios’ en la madrugada.
Las minas de Guanajuato no han dejado riqueza ni prosperidad a los pobladores. Durante décadas, las empresas canadienses o mexicanas han explotado las minas de oro y plata y no dejan nada a los habitantes de los pueblos. Hay opacidad en los ingresos de México por las minas. No hay claridad sobre el destino del dinero y de las ganancias de los concesionarios.
Por lo mismo, Andrés Manuel López Obrador dijo este lunes que van a revisar los permisos y contratos de las mineras de Canadá. El Presidente de México afirmó que van a respetar los contratos, pero van a analizarlos en profundidad. Las empresas mineras de Canadá, aseguró AMLO: “Se pasaron. No tuvieron llenadera”.
Así justo sucedió en Peregrina, Guanajuato. El pueblo está abandonado y destruido. Los ladrones se llevaron el oro y la plata. Pero no fueron esos ladrones polvorientos de rostro oculto que son perseguidos y encarcelados.
No. Los verdaderos ladrones cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores o en la Bolsa de Nueva York y tienen todos los permisos para llevarse el oro y la plata de Guanajuato sin necesidad de ocultar su nombre ni de taparse el rostro con trapos sucios.
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