La desconfianza es la base de nuestras elecciones
Las elecciones en México están estructuradas a partir de la desconfianza. Tenemos credencial para votar con fotografía para que nadie se haga pasar por otra persona. Tenemos lista nominal de electores para que nadie pueda hacer recorrido votando en varias colonias o municipios. Tenemos credenciales especiales para que no puedan ser falsificadas. Tenemos urnas transparentes para que nadie pueda embarazarlas con boleta falsas. Todo está hecho en función de la desconfianza.
Las trampas electorales de los años setenta y ochenta nos hicieron desconfiados. Todo está hecho en función de la desconfianza
Usamos tinta indeleble para marcar el dedo de los que ya votaron. Los funcionarios de casilla son ciudadanos ‘insaculados’ que no tienen vínculos con ningún partido para garantizar la honestidad en el proceso. El Instituto Nacional Electoral (INE) está dirigido por ciudadanos sin participación del Gobierno Federal. El Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG) opera sin control gubernamental desde 1994. Todo está hecho porque existe un nivel alto de desconfianza.
Las trampas electorales de los años setenta y ochenta nos hicieron desconfiados. Ya no queremos que se caiga el sistema justo a la hora de dar los resultados como ocurrió en 1988. Ya no queremos el robo de boletas a punta de pistola como hace treinta años. Ya no queremos plantones en Paseo de la Reforma como hace 12 años. Ya no queremos que el gobierno federal o el estatal meta las manos en el proceso como ocurrió todo el siglo pasado en nuestro país.
Por lo mismo se ha construido todo un sistema electoral con candados para evitar que alguien haga fraude. México es uno de los países con más medidas de seguridad en los procesos electorales. México es desconfiado.
Por eso las elecciones de 2018 serán las más vigiladas de la historia. Es casi imposible hacer trampas en este nuevo proceso electoral
Las viejas prácticas, como el ratón loco, el carrusel, la operación taquero y las urnas embarazadas nos hicieron dudar de todo. Por eso las elecciones del 2018 serán las más vigiladas de la historia, con boletas foliadas, urnas transparentes, credencial con fotografía, árbitros ciudadanos, representantes de partidos y observadores electorales ciudadanos.
En resumen, es casi imposible hacer trampa en los procesos electorales. Aun así, hay quienes preparan los argumentos para que, en caso de ser derrotados en la jornada electoral del primero de julio, decir que hubo un burdo y descarado fraude.
Que el Tribunal Electoral nos agarre confesados.
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