El orgasmo femenino: entre el mito y el tabú
La semana pasada, el 8 de agosto, fue el día internacional del orgasmo femenino, una reacción física que aún afronta el mito y el tabú
De manera física, el orgasmo (o muerte chiquita, como suelen llamarle) tanto para varones como para mujeres, alude al período refractario del modelo de respuesta sexual. Por lo general, para los varones suele implicar una experiencia asociada con el fin del coito porque suele estar acompañada de una eyaculación, lo que los hace entrar inmediatamente en un período refractario. Mientras que para las mujeres es posible que sea experimentado como una reacción en cadena: uno después de otro variando su intensidad y duración.
Una mujer es capaz de experimentar un orgasmo de manera independiente a una eyaculación, además al no entrar en un período refractario tan largo, el orgasmo no significa una conclusión.
Uno de los grandes mitos del orgasmo femenino se desprende de este modelo de respuesta sexual anteriormente descrito que toma como guía el orgasmo masculino y lo asocia con el final del coito; el orgasmo femenino no se inscribe en este modelo, una mujer es capaz de experimentar un orgasmo de manera independiente a una eyaculación, además al no entrar en un período refractario tan largo, el orgasmo no significa una conclusión.
Otro gran mito dice que las mujeres son capaces de experimentar dos tipos de orgasmo: uno vaginal y otro clitoriano. En el siglo XIX, el psicoanalista Sigmund Freud diría que una mujer completamente desarrollada es la que prescindiría del orgasmo clitoriano. Este mito está basado en el desconocimiento del clítoris, un órgano, que más allá de su parte visible, tiene también de una parte interna con unas 8.500 terminaciones nerviosas capaz de producir placer.
Así, que, de acuerdo con la sexóloga Valérie Tasso, posiblemente lo que en algún momento erróneamente podría atribuirse a una estimulación «vaginal», se trataba más bien de un estímulo clitoriano. Por otro lado, es difícil separar una reacción de otra, porque la estimulación genital, en los así llamados «preliminares» o «juegos eróticos» por ejemplo, no tienen como finalidad una penetración. De este modo, en la masturbación o en el sexo oral, por ejemplo, se estimula el conjunto.
Finalmente el último gran mito, rodeado a su vez del gran tabú que todavía impide a las mujeres la autoexploración erótica, se basa, de nuevo, en el modelo de la relación sexual coital, porque el orgasmo no es sólo una respuesta a una estimulación genital. Existen los orgasmos que se producen del estímulo de otras zonas erógenas como la piel o los pezones e incluso orgasmos que prescinden de cualquier contacto físico y se producen como consecuencia de un gran deseo contenido.
Y pese a que es posible experimentar el gozo orgásmico sin la necesidad de tener una pareja (en la autoexploración) e incluso fuera del modelo coital (en una masturbación) el orgasmo suele ser esa gran meta escurridiza, justo porque no se trata de un fin al que hay que llegar, es una experiencia que hay que permitirse tener.