El Mundial de la Vergüenza
Este fin de semana arranca Qatar 2022 y arrecian las críticas por las violaciones a los Derechos Humanos en el país árabe
Este fin de semana arranca el Mundial de Fútbol Qatar 2022: el más polémico de las últimas décadas. Varias organizaciones de derechos humanos lo han bautizado como como ‘El Mundial de la Vergüenza’ después de constatar violaciones y abusos laborales durante la construcción de los fastuosos estadios que albergarán los partidos de las 32 selecciones que disputarán el torneo.
El sistema de patrocinio, denominado ‘kafala’, es el principal problema al que se enfrentan los trabajadores migrantes, principalmente del sector de la construcción o el servicio doméstico, en Qatar. Considerada una norma de casi esclavitud, ha servido estos años para ahondar en los abusos de los empleadores sobre sus empleados, que no disponen de amparo legal alguno para defenderse.
Bajo este sistema, los trabajadores no cualificados no pueden entrar al país u obtener un visado a menos que tengan ese patrocinio. A merced de sus empleadores, les retienen sus pasaportes y deciden sobre su estatus legal, quedando así atrapados en un ciclo de abusos, denunciado por organizaciones de derechos humanos.
‘Baile’ de muertos
Qatar explota a trabajadores migrantes de India, Nepal, Filipinas, Sri Lanka y Bangladesh. El país está bajo el escrutinio mundial después de que se diera a conocer que miles de personas habían muerto durante la construcción de los estadios de fútbol en jornadas laborales extensísimas y bajo altas temperaturas.
Las cifras oscilan entre las más conservadoras que hablan de una treintena de muertos, que son las que ofrece el comité ejecutivo que se encarga de organizar el Mundial, el medio centenar según un informe de 2021 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), o los 6,500 fallecidos que denuncian algunos medios, como el periódico británico ‘The Guardian’.
«Las autoridades siguen sin investigar adecuadamente las muertes de trabajadores migrantes, miles de los cuales fallecieron repentina e inesperadamente en Qatar en la última década», coincidiendo con el inicio de las obras de los estadios, denuncia la ONG Amnistía Internacional.
Además, señala esta organización, «Qatar impidió cualquier evaluación de si las muertes estaban relacionadas con el trabajo» y «negó a las familias de los trabajadores la oportunidad de recibir una compensación».
Robo de salarios
El robo de salarios es uno de los abusos más comunes a los que tienen que hacer frente los trabajadores migrantes, quienes tampoco tienen permitido organizarse para exigir sus derechos laborales más fundamentales. En algunos casos, incluso, los empleadores utilizan los sueldos para pagar los costes de la repatriación de los cuerpos en caso de fallecimiento.
«Trabajamos de enero a enero, de domingo a domingo. Sin día de descanso. Si te ausentas, te descontarán el salario de dos o más días», denuncia Godfrey a Amnistía Internacional. Un trabajador que llegó desde Uganda.
La situación es todavía más complicada para las trabajadoras del servicio doméstico, aisladas y recluidas en los hogares, pues no solo conviven con sus empleadores, sino que además los posibles abusos que se cometan quedan fuera de la vista del resto de la sociedad.
Son precisamente las mujeres uno de los colectivos más agraviados por el régimen político qatarí. En la ley y en la práctica siguen sufriendo discriminación, subyugadas por el sistema de tutela que las obliga a permanecer atadas a un tutor masculino, en general un familiar o su esposo.
Las mujeres siguen necesitando el permiso de una figura masculina para tomar decisiones fundamentales en sus vidas, como casarse, estudiar en el extranjero, o poder tener acceso a ciertos tratamientos reproductivos. En caso de que logren divorciarse, el Estado les retira la potestad de sus hijos.
Qatar es uno de los 70 países que penaliza las relaciones entre personas del mismo sexo. Según su Código Penal, la «sodomía» o el «libertinaje» está penado con hasta siete años de prisión y las autoridades no se han escondido a la hora de intentar camuflar su opinión sobre la homosexualidad.
La FIFA mira para otro lado
En lo que respecta al resto de derechos fundamentales, el de libertad de expresión se ha visto también restringido en la última década, desde que el país fue designado como anfitrión para la Copa del Mundo de la FIFA, máximo organismo del fútbol cuya respuesta a todas estas denuncias ha sido más bien tibia y ambigua.
La FIFA ha preferido mirar para otro lado mientras las críticas aumentan cada vez que está más cerca el pitido inicial del partido inaugural de este domingo. Ante los numerosos informes sobre violaciones de Derechos Humanos se ha limitado a señalar que están «investigando» todas estas denuncias.