‘El Gordo’: un piloto de Celaya en la Corte del ‘Rey Guzmán’
Miguel Ángel Martínez fue contratado por el 'El Chapo' en 1987 y acabó programando las rutas de los vuelos que transportaban la cocaína de Colombia a México. Entabló tan buena relación con su jefe que fue padrino de su hijo. En el juicio de Brooklyn explicó sin mostrar su rostro la lujosa vida del acusado
Miguel Ángel Martínez nació en Celaya y se convirtió en uno de los hombres de confianza del que el mismo califica como el ‘Rey Guzmán’. El empleado del acusado, conocido dentro del Cártel de Sinaloa como ‘El Gordo’ o el ‘Compadre’, ha testificado en el juicio contra el narcotraficante mexicano y ha explicado la vida de lujos y excesos de Joaquín Guzmán Loera.
El hasta ahora líder del Cártel de Sinaloa contrató a Martínez en 1987, cuando solo tenía a 25 personas transportando droga. Comenzó siendo piloto pero más adelante pasó a programar y dirigir los vuelos con la cocaína desde Colombia hasta México. ‘El Gordo’ entabló tan buena relación con su jefe que hasta llegó a convertirlo en padrino de su hijo.
El expiloto ha revelado los sobornos a la Policía Judicial Federal de México. Según su testimonio, ‘El Chapo’ le pagó entre 20 y 30 millones de dólares al excomandante Guillermo González Calderoni a cambio de información sobre las investigaciones policiales para escapar de las autoridades y localizar a sus enemigos. Estos hechos sucedieron durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
Tratamientos contra la vejez en Suiza, cuatro jets, ranchos en todos los estados, una mansión con yate en Acapulco, zoo privado y un puñado de mujeres. El testigo de Celaya revela en el juicio los lujos de ‘El Chapo’
Martínez vive desde hace años en Estados Unidos con una identidad secreta y su rostro no ha sido revelado durante su declaración en el juicio, a petición de la magistrada. El celayense ha acusado a ‘El Chapo’ Guzmán de haber intentado asesinarlo tres veces durante su permanencia en prisión en México, donde sufrió varios ataques que casi le cuestan la vida.
Tratamientos de rejuvenecimiento en clínicas suizas, una mansión frente al mar en Acapulco con un yate llamado Chapito en la puerta, ranchos por doquier, cuatro jets, un puñado de mujeres y un zoológico privado con leones. «En los años 90, Guzmán era el rey de México», aseguró Martínez ante el jurado.
‘El Chapo’ llegó a recibir hasta tres de sus jets llenos de dinero de las ventas de droga en Estados Unidos: de 8 a 10 millones de dólares en cada avión llegaban casi cada mes a Ciudad de México desde Tijuana, tras recibir los pagos de Estados Unidos, explicó ‘El Gordo’. «En los 90 tenía cuatro jets, casas en todas las playas y ranchos en todos los estados. La mansión de Acapulco le costó 10 millones de dólares», relató Martínez.
«Viajábamos por todo el mundo. Brasil, Argentina, Aruba, por toda Europa, a Japón, Hong Kong, Tailandia, Perú, Cuba, Colombia, Panamá…», enumeró el testigo de la Fiscalía al recordar algunos viajes de trabajo y también otros de placer, «como a Macao para apostar». Martínez también llevaba millones en valijas Samsonite a los bancos de Ciudad de México y cambiaba los dólares a pesos mexicanos sin problemas porque ‘El Chapo’ sobornaba a los empleados bancarios. Cuando le preguntaban si estaba lavando dinero, respondía que exportaba tomates.
El Chapo, de 61 años, viajó también a Suiza, «a una clínica donde te ponen células para que te mantengas joven», dijo Martínez. Y tenía un zoológico en su casa de Guadalajara con piscinas y canchas de tenis. «Era un parque con tigres, leones, panteras, venados…. Y se recorría en un trencito», aseguró. Pero gastaba entre 10 y 12 millones por mes en sobornos para la policía, en sistemas de comunicación y hasta en pagos a «sus cuatro o cinco señoras», contó el testigo de Celaya.
El dinero que sobraba era guardado en compartimentos secretos diseñados por su arquitecto, en casas que compraba por todo México para guardar hasta 20 millones de dólares en efectivo, según explicó Martínez, que en total calcula que ganó unos tres millones de dólares en varios años de trabajo. «Y me regaló también un Rolex con diamantes», concluyó.
