El alma de los libros despierta y …
Por extraño que parezca, en la inauguración de la XXIX Feria Nacional del Libro de León se cumplió aquello que muy bien nos enseñó Alfonso Reyes en su Teoría prosaica (1931) sobre la preferencia de promiscuar en literatura y por ende los libros, junto con sus autores, se movieron tan bien que hasta el Presidente Municipal interino Luis Ernesto Ayala Torres se reconoció lector de Julio Verne.
Luego de su pronunciamiento hubo mutis breve y luego aplausos. Entonces la voz en off, es decir, la conductora del evento, dio por terminado el mismo, a lo que el citado funcionario pidió entonces concluir su intervención con la declaratoria inaugural de la fiesta de los libros y sucedió lo inesperado.
En el recorrido por los pasillos de la FeNaL los ‘no lectores’ tomaron su peculiar estilo de intelectuales y pasearon con singular alegría para cumplir el compromiso
Vio su reloj y dijo la célebre hora: “Siendo las 6 y 35 minutos de la tarde, declaro…”― etc, etc. Volvieron los aplausos y el auditorio se puso de pie para continuar con el ya consabido ritual del recorrido por los pasillos de la feria que hace la comitiva para ver y ver y ver, libros y más libros sin comprar alguno.
En el trayecto, lo no lectores tomaron su peculiar estilo de intelectuales y desde la economía pasando por la política y el valor cultural para recalar en la demanda de libros ―“(…) difícil de observar y registrar, ya que un libro es un bien de experiencia: solo una vez consumido se sabe el beneficio de su obtención” (Cristina Rascón Castro, 2009, p. 57)― pasearon con singular alegría para cumplir con el compromiso impuesto.
Por supuesto que nadie se dio cuenta de cómo un libro despertó y se recobró ante la mención primigenia de la hora: ―“Eran las 6 y 35 minutos de la tarde. El maestro dijo: ¿Qué cosa son tachas? Pero yo estaba pensando en muchas otras cosas; además, no sabía la clase”.
Así pues, la sola mención de la hora, de manera ocasional, dio vida al célebre cuento ‘Tachas’ (1928) de Efrén Hernández, quien es homenajeado por su 60 aniversario luctuoso con la mención de su obra (poesía y narrativa) en las varias y vastas salas de presentaciones y lecturas en la feria.
“El salón de estos hechos tiene tres puertas, de madera pintada de rojo, con un vidrio en cada hoja, despulido en la mitad de abajo”, continúa la notable narración del autor leonés.
Pero nadie de los no lectores se percató de ello. Nadie supo cómo se recobró el alma de un libro y tuvo vida por un lector interino no lector