Donovan es recordado por ser el villano favorito de la Selección Nacional: nos hacía goles, exponía nuestro complejo de inferioridad y declaraba en español. Lo del complejo es por aquello de “Los mexicanos nos podemos burlar del mundo, de la muerte y de nosotros mismos, pero que ningún extranjero se atreva a hacerlo”. Tras ser anunciado su contrato para jugar con el León, lo que parecía una contradicción patriota, generó todo tipo de reacciones, desde las que lo señalaban como un enemigo del futbol mexicano hasta las que lo cuestionaban por su edad y por su sueldo.
Lo que es indudable es que se encuentra en condiciones de competir, y como bien me dijo un sujeto notablemente alcoholizado a una cuadra del Estadio León: “Es que la mentalidad de los gringos es ganadora”. No sé si esto es también parte de nuestro complejo de inferioridad y por eso únicamente aspiramos a un quinto partido en cualquier Mundial como si pidiéramos limosna.
La noche del sábado 10 de febrero la expectativa aumentó con la posibilidad de que nuestro villano debutara frente al Puebla, equipo al que también siempre se le recuerda por haber sido la franquicia del Unión de Curtidores en los noventas. Nuestras butacas estaban a unos metros de la banda en donde calentaban los jugadores del León y tuvimos que esperar hasta el minuto 82 para que nuestro Capitán América debutara en México. No sé cuál sea la percepción del aficionado mexicano en lo referente a la llegada del villano, no sé si ven al León como un equipo traicionero o hasta valiente.
Lo más relevante del debut sucedió en corto, cuando todavía estaba estirando: el vecino de asiento se sintió motivado y le gritó cordialmente: «¡Donovan, ¿no quieres una chela?»
Algo es cierto, los jugadores casi no sonríen cuando están frente al público, pero Donovan rompió esa barrera mientras calentaba, casi con la misma gracia con la que orinó el seto del Jalisco. Lo más relevante del debut sucedió en corto, cuando todavía estaba estirando y corriendo por la banda, esperando a que el Chavo Díaz nos hiciera el favor de darle unos minutos: el vecino de asiento se sintió motivado por la pena que solo tienen los anfitriones a los que se les acaban las quesadillas, quiso amistarse con el enemigo de los que no le van al León, y le gritó cordialmente: “¡Donovan, ¿no quieres una chela?!”
Por un momento pensé que el Capitán América la aceptaría, pero en realidad ni siquiera volteó a ver a mi vecino. En mi mente que trabaja bajo los rendimientos de la ficción, Donovan y él siguen en alguna cantina poniéndole monedas de diez pesos a la rockola. Pero en el plano de lo real es probable que sí lo haya escuchado, además de que primero llamaron a Díaz Price, quien ingresó en sustitución de Iván Rodríguez.
Esta jugarreta técnica del Chavo nos causó un poco de frustración, incluso a los que nos gusta ver que los jóvenes sean tomados en cuenta. Aquí la tribuna empezó a increpar al preparador físico del León, como si él hiciera los cambios, no por ignorancia de la tribuna, sino porque era el que quedaba más cerca. Lo que sí se ignoraba era su nombre, y por ello decidió llamarlo “pelón”. A veces la inmediatez del futbol no permite ‘googlear’ cuerpos técnicos para llamarlos por su nombre, etcétera. El siguiente movimiento del Chavo fue el ingreso de nuestro villano favorito por el ‘Rifle’ Andrade.
Donovan tocó la pelota más de lo esperado en ocho minutos. Y me atrevo a decir que le inyectó ánimo a un equipo que había pasado 35 minutos jugando en su propia cancha
Si bien la asistencia al Estadio de Zermeño fue pobre, no era para menos, se venía de recibir cinco goles y el estado de cuenta de la Feria 2018, los asistentes aplaudieron el cambio como si se tratara de su hijo bailando en el festival del día de las madres. Finalmente Donovan no era abucheado en México, lo que me hizo recordar el partido de despedida de la Selección Nacional Olímpica contra el León, en el año 2012, en el que se abucheó al equipo de Tena. Entonces mi vecina era la tía de Raúl Jiménez, que me preguntaba incrédula por qué le chiflaban a la Selección si era el equipo de todos. ¿Cómo se le explica a la tía de un seleccionado que León es un lugar de contradicciones?
Donovan tocó la pelota más de lo esperado en el transcurso de ocho minutos, tuvo disposición y aciertos, y me atrevo a decir que le inyectó ánimo al equipo, que había pasado 35 minutos del segundo tiempo jugando en su propia cancha. Le atribuyo esa disposición a la pregunta que le hizo mi vecino, pues si lo que antes había dicho el borracho sobre la mentalidad ganadora es verdad, cualquier ganador sin minutos en el campo tomaría la invitación a chupar como una derrota contundente.