FARÁNDULA

Crónicas de la Feria: la Rueda de la Fortuna reparte felicidad

Todos los días más de dos mil personas se suben a este juego lento y elegante de 200 toneladas de peso y 40 metros de altura

La Rueda de la Fortuna es la romántica de la Feria. El otro día, un muchacho le pidió matrimonio a su novia, allá arriba, a 40 metros de altura. El joven pidió detener la rueda en lo más alto y mandó poner una manta abajo que decía: “Sandra, ¿te quieres casar conmigo?”. Y se casaron y tal vez vivirán felices para siempre

La Rueda de la Fortuna reparte felicidad. Así lo dice Héctor Estrada, el responsable de que la rueda siga rodando bien, en la Feria de León. “Dicen que no hay hombre más fiel que el jueguero del carrusel”, platica Héctor, sonriendo, al contar que en la Rueda de la Fortuna y en el Carrusel hay grandes historias de amor.

Aquí muchos se han dado su primer beso. Un pico de pajarito o un picorete. Aquí muchos se han atrevido a tomarse la mano por primera vez. El otro día cacharon a unos novios que estaban haciendo el amor en una canastilla. Cuando estaban arriba, lo hacían. Cuando estaban abajo, dejaban de hacerlo.

Eso ocurre con cierta frecuencia, dice Héctor. Cuando nadie lo espera, aparecen otros novios, derrochando amor en las alturas. “La Rueda de la Fortuna nunca va a pasar de moda, es como El Carrusel, los Coches Chocones y las Sillas Voladoras”, afirma Héctor, mientras gira en una canastilla.

Hoy la Rueda de la Fortuna pesa 200 toneladas, mide 40 metros de altura, opera con computadoras, requiere 380 voltios, 250 caballos de fuerza y debe ser transportada en cinco camiones

Todos los días, más de 2 mil personas se suben a este juego clásico que no provoca dolor de cabeza, ni hace un hoyo en el estómago, como esos juegos bruscos de ahora que giran como locos y hacen vomitar a todos.

Aunque la misma Rueda de la Fortuna ha tenido que modernizarse. Antes era un juego de madera de cuatro metros que era impulsado por un hombre gordito que le daba vueltas con sus manos todo el día. Hoy la Rueda de la Fortuna pesa 200 toneladas, mide 40 metros de altura, opera con computadoras, requiere 380 voltios, 250 caballos de fuerza y debe ser transportada en cinco camiones.

La Rueda de la Fortuna es un monstruo de fierro con cuatro motores de rodamiento, soportes de acero de un metro de ancho y capacidad para 190 personas en 27 canastillas giratorias. El juego, fabricado en Italia, está montado en tres plataformas y debe ser operado por catorce personas durante todo el día.

Los técnicos tardan cuatro días en montarla en la Feria de León, que cuenta con el mejor espacio para juegos mecánicos de todo el país. “Yo me subo porque me gusta la vista. Arriba se ve muy bonita toda la ciudad”, dice la jovencita María José, quien va acompañada de su novio Luis Gabriel. El juego termina siendo un paseo romántico de 8 minutos.

“Me voy a subir porque tengo muchos años que no me subo”, platica Juan Antonio Aguilar, quien recuerda que sus padres lo subían a una hace 50 años. “La Rueda de la Fortuna es familiar. Es alegría. Es una estrella de la Feria”, dice Sergio Ortiz, encargado de los juegos del Grupo García. “Es historia y es romanticismo”, comenta Monserrat Escoto, quien se acaba de subir con su marido, como si fueran novios.

Juegos van y juegos vienen en este mundo cambiante. Llegan unos juegos nuevos espantosos que hacen sufrir a los usuarios y se van otros obsoletos porque ya no se siente nada. Pero la Rueda de la Fortuna aquí sigue, lenta y elegante, repartiendo felicidad.

 

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Pablo César Carrillo

Periodista de estos tiempos.

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