Celaya siempre ha sido una ciudad complicada en seguridad -por el paso de las dos vías del ferrocarril y por su ubicación geográfica-, pero hoy vive uno de sus momentos de más riesgo. El crimen organizado quiere asentarse en la ciudad como nunca en la historia.
Es momento de cerrar filas. Así lo dijo el secretario del Ayuntamiento, Ramón Medellín, y tiene razón. Hay que cerrar filas para impedir que los delincuentes se apoderen de los territorios. Hay que cerrar filas para evitar que los malos sigan cobrando extorsiones. Hay que cerrar filas para impedir que los criminales se apoderen de las corporaciones policiacas y de las instituciones.
Celaya debe ponerles un alto. Con apoyo del gobierno municipal, del gobierno estatal y del Gobierno Federal.
La captura del asesino del hijo del Presidente Municipal según parece se hizo en coordinación con los tres órdenes de gobierno. El asesino fue capturado porque hubo una acción rápida y contundente. Así debe ser la acción en Celaya. Con prontitud y efectividad. Con determinación y coordinación.
Celaya está lastimada. Desde hace cuatro o cinco años la ciudad ha sido escenario de conflictos entre narcotraficantes y huachicoleros. Ha habido pérdidas lamentables para la sociedad. La más reciente el asesinato de Guillermo Mendoza, el hijo del alcalde Javier Mendoza. El Presidente Municipal ha pagado un costo muy alto por su trabajo. Ha perdido a uno de sus hijos por la guerra del narcotráfico.
Javier Mendoza ha cumplido con su deber con honor. Ha tenido un buen desempeño en el combate al crimen organizado y en la defensa de la ciudad. Y se ha comportado a la altura de las circunstancias. El Presidente Municipal tiene la firme intención de seguir luchando por Celaya. Hay que ayudarlo. Hay que apoyarlo. Hay que respaldarlo. El hombre ha demostrado que está decidido a encarar el reto con un sentido alto de responsabilidad.
Celaya aguanta. Celaya resiste.
