Aplausos o abucheos: la plaza pública es un tribunal
El pueblo es sabio y no se equivoca. El pueblo sabe en qué momento aplaudir y en qué momento abuchear. Por ejemplo, el pueblo aplaude la guerra contra el huachicol. Aunque abuchea el desabasto de gasolina. El pueblo aplaude el combate a la corrupción. Pero abuchea el cierre de las estancias infantiles.
Hay muchas decisiones que deberían ser aplaudidas, como la austeridad, el recorte de los sueldos y el aumento a la pensión de los adultos mayores.
Aunque también hay otras que deberían ser abucheadas, como quitarle el dinero a los centros de atención para las mujeres, la suspensión del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México o el cierre de las oficinas de ProMéxico.
La masa se ha convertido en un tribunal. El juicio público. El evento masivo convertido en un juzgado que da el veredicto ahí mismo: abucheo o aplauso
La gente, sin embargo, tiene más ganas de abuchear que de aplaudir. Hay un rezago histórico de abucheos que ahora queremos sacar todos a la vez. Y a final de cuentas es más placentero abuchear que aplaudir. Aunque ambos deben ser ganados, porque tanto un aplauso como un abucheo deben ganarse con hechos y acciones claras.
La masa se ha convertido en un tribunal. El juicio público. El evento masivo convertido en un juzgado que da el veredicto ahí mismo: abucheo o aplauso. El pueblo no se equivoca.
En Colima fue abucheo.
En Sonora, abucheo.
En Aguascalientes, abucheo.
En Guanajuato, en cambio, aplauso y porras.
El gobernador Diego Sinhue Rodríguez se llevó las porras y los aplausos del pueblo, frente al presidente Andrés Manuel López Obrador. “Diego la libró”, dijo AMLO.
Volvió el juicio a la plaza pública. De aquí en adelante, el juicio sumario sin derecho a ser escuchado, sin legítima defensa, sin formalidad y sin posibilidad de argumentar podría ser la nueva forma de evaluar a los gobernadores y alcaldes. Si se portan bien, aplausos. Si se portan mal, abucheos.
La calle es un tribunal.
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