Anomalías, dudas y torturas en el ‘Caso Colosio’
Una investigación revela que el expediente abierto contra Mario Aburto, condenado por el asesinato, muestra testimonios inconsistentes, torturas y fuertes presiones de las autoridades
El ‘Caso Colosio’ huele mal. A 25 años del asesinato del excandidato a la presidencia del PRI, las contradicciones y anomalías de la investigación salen a la luz. Según un reciente informe de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), el expediente muestra testimonios inconsistentes, tortura al acusado, presiones y documentos inéditos que revelan contradicciones en las declaraciones de los testigos.
El expediente recientemente desclasificado muestra la presencia de un miembro del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) en la escena del crimen. Jorge Antonio Sánchez declaró ante la Procuraduría que había estado en el acto de campaña para informar a la inteligencia mexicana sobre el desarrollo de la campaña presidencial. Llevaba una de las mangas de su chaqueta blanca manchada con la sangre del candidato.
Mario Aburto, que tenía por aquel entonces 23 años, indicó dos meses después del crimen que se confesó culpable por las presiones y torturas a las que fue sometido
La tarde del 23 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio llegó al barrio de Lomas Taurinas de Tijuana para un acto de su campaña presidencial. Tras dar un discurso, el candidato caminó entre la multitud y recibió dos disparos: uno en la cabeza y otro en el estómago. Cuando el cuerpo de Colosio yacía en la calle, su equipo de seguridad detuvo a Mario Aburto, un joven de 23 años que trabajaba en una maquiladora y que se encontraba a unos metros del político del PRI.
Aburto admitió en un primer momento que tenía un plan para asesinar a Colosio y que actuó en solitario, pero la información del expediente revela que el acusado se retractó dos meses después de su primera declaración. En su segundo testimonio, Aburto asegura que fue golpeado, que los policías que lo detuvieron le dijeron que tenía que declarar que pertenecía a “un grupo armado o a un grupo político”, que le dieron a beber un líquido que lo dejó inconsciente y que después lo sacaron de las oficinas de la Procuraduría envuelto en un colchón para llevarlo a un sitio donde se escuchaba el mar, y que allí lo torturaron.
La nueva información del expediente también desvela las contradicciones del equipo de seguridad de Colosio, conocido como grupo Omega. Ellos fueron quienes detuvieron a Aburto y lo entregaron a los policías federales. Uno de ellos, Fernando de la Sota, insistió desde el primer momento en que Aburto hizo los dos disparos y que vio el cuerpo del candidato boca arriba sangrando en el abdomen. La investigación pericial, sin embargo, concluye que el cuerpo estaba boca abajo, según informa el diario El País. Las dudas sobre el ‘Caso Colosio’ continúan.