Al León se le escapa una estrella (0-0)
Empate insuficiente ante un Tigres que se limitó a conservar con oficio la renta del partido de ida. La lesión de Mena en la primera parte lastró el juego ofensivo de los verdes
«Las finales no se juegan, se ganan», solía decir el ya fallecido técnico español Luis Aragonés. Y no le falta razón. El León entró este año en la historia de los récords pero dejó escapar el título en un estadio a reventar volcado con su equipo. Tigres, tras un empate a nada (0-0), se proclamó campeón y levantó su quinto trofeo de Liga en los últimos ocho años. Un equipo sólido el del Tuca Ferreti, que iguala al León con siete estrellas.
Salieron los verdes con brío. Y con dos novedades en el once: Yairo Moreno por Meneses para ayudar a Tesillo y cerrar la autopista de la ida en la banda izquierda y Sambueza en lugar de Angulo, dejando a Campbell en punta. La puesta en escena fue buena, con la grada empujando, pero no llegó el gol en esos primeros minutos y el partido se enfrió.
Cuando juegas contra un equipo acostumbrado a vivir finales con el Tuca al mando cada minuto que pasa es un nudo en la soga del ahorcado. Sin claridad y muy justos de piernas, los verdes buscaron el gol sin suerte una y otra vez
Ferreti sacó la heladera y el León siguió manejando el balón pero perdió el control del juego. Con las dos mejores defensas de la Liga sobre la cancha solo los muy optimistas podían pensar que la tarea sería fácil. El título se decidiría en algún detalle.
Como la lesión de Mena pasada la media hora de juego. Un golpe para el equipo en lo táctico y en lo anímico. Perder a tu goleador cuando la misión es marcar se puede convertir en un serio problema si tienes a tu delantero centro titular en Polonia. Y eso que el ecuatoriano también batió otro récord esta liguilla: ser el primer máximo goleador de la fase regular que no anota en las eliminatorias. No estaba fino Mena pero cuando te juegas el título en 90 minutos su presencia es siempre un motivo de esperanza.
Así lo entendió Tigres. Que creció al ver que su principal amenaza tenía que dejar el campo. Y de ahí al final de la primera parte el partido se fue al limbo. Nahuel Guzmán asumió protagonismo. Un portero extraño alejado de la sobriedad de la nueva generación de cancerberos finos y elegantes como Oblak, Courtois o Ter Stegen que tiene una facilidad extrema para intervenir en el juego con su catálogo de intangibles. Desespera. Ralentiza. Presiona al árbitro. Se adorna. Y se come esos minutos que en una final separan el fracaso de la gloria.
Quedó todo para la segunda parte. Y cuando juegas contra un equipo acostumbrado a vivir finales con el Tuca al mando cada minuto que pasa es un nudo en la soga del ahorcado. Pocos reproches se le pueden hacer a un León que lo intentó hasta el final. Sin claridad, y muy justos de piernas, los verdes lo buscaron una y otra vez. Pero el fondo de armario de Tigres, con una plantilla poderosa, le bastó al nuevo campeón de Liga para mantener su portería a cero.
Ambriz se quedó sin recursos ofensivos en la banca para intentar algo distinto. El pitido final fue el inicio de una gran decepción. La afición estaba convencida de la victoria. Pero encajó el golpe con entereza. Tristeza sin drama. Y caminó hasta el Arco de la Calzada para agradecer al equipo los buenos momentos de esta temporada. La octava estrella se les escapó de las manos.
Ficha Técnica
- León: Cota, Fernando Navarro, Mosquera, Ramiro González (Vinicio Angulo 64′), Tesillo; Luis Montes, José Iván Rodríguez; Ángel Mena (Meneses 32′), Rubens Sambueza, Yairo Moreno; y Joel Campbell.
- Tigres: Nahuel Guzmán; Luis Rodríguez, Hugo Ayala, Francisco Meza, Torres Nilo; Rafael Carioca (Carlos Salcedo 77′), Guido Pizarro; Javier Aquino (Dueñas 46′), Eduardo Vargas (Enner Valencia 61′), Luis Quiñones; y Gignac.