11-S: el fracaso de la CIA
'¿Por qué la CIA no detectó los ataques contra las Torres Gemelas de Nueva York (pese a las señales que tuvo)', se pregunta el portal de la BBC 18 años después del atentado que cambió el rumbo de la historia reciente de la humanidad
«La CIA ni podía creer que que este saudita alto y con barba, en cuclillas alrededor de una fogata, pudiera ser una amenaza para Estados Unidos». Así lo expresó una fuente anónima de la Agencia de Inteligencia. Una cita que Matthew Syed recoge en el artículo publicado este 11 de septiembre en el portal de la BBC. En otras palabras, para los analistas, Bin Laden parecía primitivo y relativamente inofensivo.
Se equivocaron. Richard Holbrooke, un alto funcionario del gobierno del presidente Clinton, lo expresó de esta manera: «¿Cómo puede un hombre en una cueva superar a los líderes mundiales de la sociedad de la información?».
Otro dijo: «Simplemente no pudieron justificar la necesidad de destinar recursos para averiguar más sobre Bin Laden y Al Qaeda porque el tipo vivía en una cueva. Para ellos, era la esencia del atraso».
«Bin Laden orquestó su operación invocando imágenes que eran profundamente significativas para muchos musulmanes pero invisibles para aquellos que no estaban familiarizados con esa fe»
Bin Laden llevaba una túnica no porque fuera primitivo en intelecto o tecnología, sino porque trataba de parecerse al profeta Mahoma. Ayunaba los mismos días que Mahoma ayunó. Sus poses y posturas, que a un público occidental le parecían tan atrasadas, eran las mismas que la tradición islámica atribuye al más sagrado de sus profetas, asegura el artículo de Syed.
Como explicó Lawrence Wright en el libro sobre el 11 de septiembre que le valió el Premio Pulitzer, Bin Laden orquestó su operación «invocando imágenes que eran profundamente significativas para muchos musulmanes pero prácticamente invisibles para aquellos que no estaban familiarizados con esa fe».
«La anécdota de la barba y la fogata es evidencia de un patrón más amplio en el que los estadounidenses no musulmanes, incluso los consumidores de inteligencia más experimentados, subestimaron a Al Qaeda por razones culturales», explica otro experto.
Como casi cualquier musulmán sabe, Mahoma buscó refugio en una cueva después de escapar de sus perseguidores en La Meca. Para un musulmán, una cueva es sagrada. El arte islámico está lleno de imágenes de estalactitas. Y Bin Laden modeló su exilio en Tora Bora como su propia hijrah personal, utilizando la cueva como propaganda, explica el artículo de la BBC.
Como dijo un erudito musulmán: «Bin Laden no era primitivo; era estratégico. Sabía manejar las imágenes del Corán para incitar a aquellos que luego se convertirían en mártires en los ataques del 11 de septiembre».
Para los analistas blancos anglosajones de clase media-alta que componen la inmensa mayoría de la plantilla de la CIA, donde no hay mucho espacio para otros perfiles, esto parecía excéntrico y reforzaba la idea de un «mullah primitivo en una cueva».
Para los musulmanes, sin embargo, la poesía tiene un significado diferente. Es sagrada. De hecho, los talibanes se expresan habitualmente en poesía. La agencia estadounidense, sin embargo, estaba estudiando los pronunciamientos de Bin Laden utilizando un marco de referencia sesgado.
Como lo expresaron Jones y Silberzahn: «La poesía en sí misma no estaba únicamente en un idioma extranjero, el árabe; también provenía de un universo conceptual a años luz de la sede de la CIA».
El desenlace ya lo conocen.